En el territorio de las villas y pueblos.

EL estrépito que se arma en los caminos de la región, cuando las carretas pesadas cargando el metal del territorio de la gárgola avanzan hacia el interior, despierta y alerta a los campesinos, y a los guardias que vigilan sobre pequeñas torretas los caminos mas concurridos. Se sabe que algo está ocurriendo en las fronteras, pero la mayoría de la gente, soldados, artesanos, campesinos, comerciantes, no sabe con certeza qué es lo que pasa; solo, tal vez, los comandantes y los soldados de mayor rango, o los gobernantes de las ciudades del interior. Como sea, una parte de las carretas, las que se dirigían a Lyor ya llegaron a buen término; el cargamento, después de ser revisado en las entradas por los herreros es conducido a las armerías, donde serán distribuidos y los hornos trabajarán toda la noche.

Los herreros y armeros venidos de la gárgola son alojados en la ciudad con los mayores lujos posibles, pero también son puestos a trabajar enseñando las técnicas que aplicaban allá en el desierto; los trabajadores locales aprenden rápido y junto con el metal comienzan a elaborar armas y armaduras complejas, y armamentos a gran escala como arietes y catapultas similares a los de la gárgola sólo que los de acá son de un blanco pulido en lugar del negro grisáceo. Las iglesias hacen sonar sus campanas en lyor toda la noche ; los campesinos de las afueras recolectan el trigo y siguen sembrando. Se están construyendo grandes torretas en los caminos. Los soldados de lyor, ya armados con armaduras completas ajustan su guardia, algunos distribuyen las carretas hacia las ciudades costeras.

Pronto los trabajos en las herrerias y armerías, y en los talleres serán implementados en esas otras grandes ciudades y seguramente, se reforzarán los muros, y los palacios. El mismo flavia, regente de la región, en esa madrugada casi amanece,r en el cual llegaron las carretas a la capital, salió desde palacio y dio un discurso a sus allegados, y a la grey que se colocó dispuesta a escucharlo. Se habló de una nueva época esperanzadora para la región, de que los tiempos en los cuales los bárbaros invadían pasarían a la historia. Les solicitó, con toda la pericia de su oratoria, que trabajaran por la fe, por el futuro; y los pobladores, gritando a viva voz se sentían tan miembros del territorio y tan leales como a la misma madre que los parió. Jinetes parten por los caminos, anunciando las palabras del regidor, quien ya dentro de sus aposentos continúa su descanzo maldiciendo tanta actividad que le impide el debido sueño placentero que debería tener.

Las campanas suenan, los estandartes con la cruz ondean, las capillas reciben fieles y sus sacerdotes dan también mensajes polítcos de lealtad y buena providencia.

Durante todo el día se trabajó incansablemente en consolidar las defensas, en reforzar los muros, en hacer más altas las torres. Hace tiempo que no se tenía tanta actividad en las Villas, sin embargo, ya fuese por los discursos de los oradores, o por el sonido constante de las campanas, o por la creencia y fe ciego en un futuro mejor, o tal vez incluso por la firmeza de los habitantes; los trabajadores, desde ingenieros, hasta agricultores, desde cazadores hasta herreros y soldados, tenían la moral tan alta que el cansancio poco se notaba. Varias armas de asedio ya habían sido terminadas, y se llegaban noticias de ciudades costeras donde igual que acá en Lyor, se trabajaba día y noche para producir maquinaria. Las noticias que traían de la frontera los mensajeros, cabalgando ágilmente en sus caballos, eran de desconcierto: los soldados de la gárgola ingresando, otros soldados poniéndose en posición de ataque, otra cantidad de soldados establecidos protegiendo el territorio y el colmo de las buena o malas nuevas resultó cuando un cuervo volando en lo alto, deciende y atraviesa la ventana donde el regente flavia se encontraba saboreando un vino y apreciando a una joven muchacha que, desnuda, le hacía todas las poses obsenas que aquel hombre le pidiese.

Al entrar el cuervo, la muchacha asustada agarra un mantel cercano y se cubre el cuerpo; mientras flavia en tono despectivo sólo dice: Largo, fuera, la llamaré de nuevo cuando me aburra- La mujer se viste apresuradamente, y sale no por la puerta sino por un pasadizo de la torre, mientras Flavia desata el mensaje y lo lee.

Pero qué es esta mierda- dice escupiendo el vino y manchando el mensaje- Profetas, marcas, alianzas, guerras, qué carajo. ADAN, ADAN, comenzó a gritar Flavia y segundos después, con el frío de una nueva noche entra Adan al aposento. -Se puede decir qué es toda esta porquería que me mandan, este animalejo entró llevando este mensaje, esto no es para mí, es para usted, hágase cargo y retirese que estoy muy ocupado terminando unos acuerdos- dice Flavia, a lo cual Adan responde.

Señor, con todo respeto, su presencia se solicita de inmediato en las fronteras. Tiene que estar presente para que se valide un acuerdo muy provechoso con los vecinos. Ya mandé un mensaje para que encillen su caballo y para que su escolta lo acompañe- dice Adan
Que sea la yegua, la blanca, no ese burro que me consiguió, ese que me rompió las bolas la última vez que monté y como siempre acá todo tengo que hacerlo yo, INÚTIL, el tiempo lo está haciendo viejo, dice Flavia. A lo cual Adan responde sonriendo: - Si, mi señor, ya está listo- dice Adan y avanzando con una extraña agilidad agarra al cuervo con una mano, lo despedaza en dos partes y lo arroja por el balcón mientras Flavia está de espalda.

Minutos después la comitiba, de noche, sale rumbo a la frontera.