El Nuevo Despertar

Llevada por el extasis de la sed saciada me dejo llevar por el deseo que ocasiona el beso de Damian quien a cada segundo que pasa me oprime mas contra su cuerpo... No puedo dejarlo ir... mi mente me grita que debemos huir de ahi... pero mi deseo puede mas que mi sensatez... lo tomo del cuello y continuo besándolo... sus labios despliegan un delicioso sabor mezcla de sangre con su dulce aliento...
QUE TANTO DORMI PARA HABERME OLVIDADO DE ESTO... pensaba mientras mis dedos se retorcian entre su cabello y mi cuerpo se apretaba mas y mas contra el suyo

la sangre que corria por el suelo... el olor tan perfumado del ambiente me hicieron entrar en un sopor... que las palabras de Damian sonaron lejanas... mis ojos tenian un color negro tan profundo como la boca del mismo infierno... senti que sus manos tomaron las mias con suavidad y me llevaron casi a rastras fuera de la taberna... el fuego de sus besos aun quemaba mis labios...
Al salir una ligera llovizna caia... los gritos e insultos de los aldeanos se escuchaban en una mezcla de terror e indignacion... la brisa fresca azoto mi rostro y me di cuenta de que corriamos tomados de la mano...
_ A DONDE IREMOS??? le pregunte ... y mis palabras sonaron tan rapido que no supe si pudo comprender lo que dije...

Cuando el jinete apeó con firmeza hacia el suelo pudo entender que algo estaba pasando. La aldea a la que supuestamente tenia que venir con fines doctrinales se encontraba patas arriba; gente iba y venia de forma rústica, como salvajes, con los ojos coléricos y sedientos por alguna venganza. Pocos minutos le bastaron al jinete para entearse de lo que había ocurrido en la taberna, y aun menos minutos para poder reunir en torno a la plaza a una cantidad de campesinos, gente humilde y a los escasos capaces de armarse debilmente que habitaban el lugar. Aprovechó la oportunidad y el miedo y desenfundo su arma, pero en esa ociación no era el metal de la espada, sino la agudeza de las palabras nacidas de su lengua rosada. Empalagosas fueron sus palabras a oidos de los ignorantes, estos por el miedo, por el deseo de venganza o simplemente por saberse no tan indefensos aceptaron casi cualquier condición. Esa misma noche, sin pérdida de tiempo se tallaron símbolos de cruces y se mandaron mensajeros montados en mulas a las aldeas próximas.

El jinete por su parte formó un escuadrón y lo comandó hacia las afueras de la aldea. Su armadura de placas sonaba ruidosamente y la hierba se abría paso mientras caminaba. Se sujetó el cinturón, se acomodó el sable al costado, se golpeteó el casco con la mano y como un sabueso se internó en esa noche; un cazador buscando cazadores, sabiendo que pronto probablemente sería la presa. Sus ojos brillaban y las pupilas tenues y extrañamente iluminadas miraban las ramas de los robles mientras su nariz dilatándose casi que de forma grotesca rastreaba algún rastro que los campesinos no alcanzaban a oler.


UN JINETE EXTRAÑO

[color=indigo][color=indigo][size=18]A todo galope el corcel de Lord Damian se alejaba de aquella aldea... mis sentidos ahora agudizados debido a la cantidad de vitae que había bebido estaban alertas a todos los sonidos de la naturaleza...
Me sujetaba fuertemente de su cintura... deslizando mis dedos bajo la camisa de seda... por la luna... que criatura mas bella... mis pensamientos se volvían algo morbosos al pensar que hubiera pasado si no tendríamos que huir...

El jinete seguía el rastro alejándose cada vez más de la aldea, acompañado por esos campesinos armados de antorchas, venablos, rastrillos y mazas, unos pocos poseían dagas y escudos de madera precarios. Las huellas de los cascos en el suelo eran frescas, dejadas de forma apresurada y sin sutileza, incluso gotas gordas de sangre manchaban el camino, pues, pensaba el jinete, ni siquiera se habían limpiado después de alimentarse como salvajes, Qué falta de códigos!, pensó para sí mismo.

Hubo un instante en el cual el jinete permaneció en silencio sin decir los gritos de reprobación que antes enunciaba: Están cerca, todos atentos, matemos a esas asquerosas criaturas, decia hace menos de 5 minutos con unos ademanes tan exagerados que para ojos conocedores carecían de absoluta sinceridad. Ahora el jinete permanece en silencio y sin moverse, como si un rastro distinto lo estuviera confundiendo. Aguza la vista e intenta percibir esos aromas, esas otras esencias; no lo logra, están dispersos entre el sudor del caballo y el del metal. Se concentra de nuevo en el aroma de la sangre fresca que derramaron los asesinos en la taberna.

Sonríe un poco pues las emboscadas y las trampas siempre le han encantado, sea el la víctima o el victimario. -Adelante, adelante a correr, están a poco tiempo de acá!- dice el jinete tensando las cuerdas y cavalgando un poco más rápido y era cierto, el rastro de la sangre y su aroma fresco era inconfundible, a sus ojos a poco espacio de donde se encontraba un hombre y una mujer, vestidos de rojo, o manchados de rojo por tanta sangre, montaban un corcel. Bajó del caballo y dijo: -Allí están-

Los campesinos se disponían a cargar, suicidas, sabiendo que poco podrían hacer contra los que destruyeron en tan poco tiempo una taberna del pueblo, sin embargo las palabras del jinete habian infundido cierta valentía que más bien era fanatismo, y ahora ellos mismos, así en ese momento no hubiera gritado el jinete -Avancen- habrían avanzado, ciegos a la furia como estaban. Los campesinos, no más de 15, avanzaban hacia la pareja con sus armas rústicas en alto, mientras el jinete rezagado esperaba el desarrollo de la acción. No desenfundó la espada, sólo se mantuvo alerta, cerca de su escudo, con su caballo a la espalda.

(Pido perdón por el desatino de antes, no sabía que era un caballo especial, y como pensé que iban tan acaramelados deduje que la velocidad de desplazamiento no era del todo rápida)

EL jinete mira impávido las matanza de los campesinos, sabiendo de antemano que eso ocurriría y que no iban a presentar ninguna resistencia para la pareja. Cuando la pareja mira en otra dirección el jinete voltea también la mirada y se da cuenta de esos otros hombres armados sobre la colina. Sabiéndose atrapado y emboscado, lanzó un suspiro y presentó las manos hacia el frente como símbolo de desarme. Acto siguiente dijo:

- Fue una terrible desgracia lo que ocurrió en la aldea cercana, esas gentes pacíficas no quieriendo más sino vivir su vida se ven aniquilidas por criaturas como ustedes. Dejenme decirles también que la manera en la que ustedes atacan dista mucho de ser profesional y recatada, nunca les enseñaron códigos de alimentación, o piensan que cualquier sangre, hasta la sangre llena de tierra de los campesinos les satisface.

Pronto la aldea que atacaron se emancipará de cualquier gobierno que antes la haya dominado, así mismo las aldeas cercanas. Cada acto de crueldad cometido sin pensar, de esa forma, sólo va a alimentar el descontrol y la violencia hacia nosotros -dijo esto el jinete abriendo los brazos en señal de abrazo- ; por más confiados que estén, ninguno de nosotros puede exterminar a la totalidad de los humanos; qué mejor que vivir a sus espaldas reconfortados con exóticos tapices, sabiéndose capaz de controlar la economía y la política. Soy asinio, vengo de las tierras occidentales donde la cruz comienza a imponerse a los hombres; ustedes quienes son, qué linaje llevan y por qué dan muestras de forma tan abierda de su naturaleza.

asinio conserva su misma posición, cuando finaliza de hablar, el acento que usa da pruba que viene de otras tierras, posiblemente con otras costumbres y conductas.
ASINIO

Después de la arremetida, Asinio se tambalea un poco, tuvo los reflejos necesarios para evadir el golpe y las placas de la armaduran redujeron la penetración y haciéndola menos dañina, sin embargo la perforación en su abdomen aparentemente era de cuidado. Escupiendo sangre, llenándose de ira responde: Pero qué es esto, quien se cree que es , un Dios, por favor, usted es un vástago más en este mundo de sombras, tan igual a su compañera como a mi. Yo no dirigí a nadie contra usted, fueron sus acciones imprudentes las que lo hicieron-
Mira a la mujer y le dice: -vine a estas tierras a propagar la religión, son temas de política que por su aspecto- la mira de forma despectiva- supongo jamás entenderá-, dicho esto aprovecha que la mujer está unos pasos adelantada y la agarra de una mano trayendola hasta así al mismo tiempo que desenfunda el sable.

-Nunca me habían tratado así, responde Asinio, ni siquiera los bárbaros sucios del norte llegando en sus mugrientas canoas- dice aparentemente humillado en su fuero de nobleza. Se monta en el caballo, con el sable en una mano y la mujer cerca, encabrita al equino haciendole levantar las patas golpeando con ello a la mujer en el pecho. Da la vuelta y se encamina hacia la aldea cercana de nuevo. Gritando, Bárbaros, Bárbaro, Salvajes!.

Como es de esperar, asinio da la vuelta, dejando la espalda al descubierto, a pocos metros de la pareja ; dirigiéndose en dirección contraria a la de los jinentes en la cima de la colina. Lo mataran con un ataque a distancia, mataran el caballo para que no huya, saldrán en persecución tras él, eran posibilidades que asinio contemplaba, no habia visto ningun arma a distancia ni en el hombre ni en la mujer, sin embargo se sentía intranquilo y cobarde y un poco inutil al no haber conseguido nada con sus palabras. Una vez mas la arrogancia tanto de él como de los otros le habían jugado a mal.

Asinio intenta liberarse de la cruel mujer que lo tiene amenazado con una daga, aunque talvez ambos tengan la misma fuerza la herida que le hizo el hombre en sus entrañas lo había debilitado un poco. Sin embargo se puso de pie rápidamente ignorando el puñal de la garganta, éste cortó como mantequilla parte del cuello y la sangre chorreó manchando las manos, el torso y las pienras (bien tonificadas) de la mujer. Asinio dio de nuevo la espalda gritando con voz aguda, gutural y llena de humendad: SALVAJES, SUCIOS VÁSTAGOS SALVAJES. Se subió de nuevo al caballo a medio colgar y mientras el corcel lo arrastraba seguía gritando, SUCIOS, SUCIOS y pensaba entre agonizando (esto me pasa por atrevido, ja)

Las luces de la aldea cercana parecían encenderse, aparentemente habían hogueras y los centinelas que ya estaban alerta por la masacre propiciada por la pareja en la taberna y sabiendo que un escuadron habia salido hace poco a buscar a los culpables, y escuchando tal vez los gritos, y los sonidos horripilantes que salían de la voz cortada de Asinio que parecían graznidos de pavo enfermo, decidieron actuar y el murmullo de muchos pasos se escuchó de pronto un tanto cerca. Al parecer los aldeanos se movilizaban en mayor grupo. Lo ideal sería la retirada, a menos que todo desemboque en otra gran masacre de mortales que manchará los libros de historia, haciendo desaparecer casi toda la población de una aldea trabajadora y campesina

Asinio se da cuenta que uno de los jinetes que, al parecer comanda el grupo de aquellos que estaban sobre la colina, lo mira esperando que dijera algo. Asinio ensangrentado, cansado de tanto gritar, con la voz lastimada no era mucho lo que pudiese decir. Abrió la boca enseñando unos dientes llenos de sangre también diciendo: -esgshta región merchjese nuevos ógharshjrdenes, drghahrasticos cambios- dijo mientras la sangre se le escurría por la boca.

Asinio pierde las fuerzas y aparentemente cae debilitado en un tipo de letargo, el caballo, somo si estuviera amaestrado en esa función, lo lleva directo al pueblo cercano, donde seguramente sanará escondido en alguna casa. Los jinetes de la colina ven como se aleja, resultaría sencillo que alguien siguiera a Asinio hasta la aldea, escondido entre las sombras al amparo de la mirada de los hombres; al fin y al cabo una escena como la que acaba de pasar despierta curiosidad e incluso hasta risa.