Recepción en las catacumbas de Lyor para el comandante de la gárgola

Los campanarios de las edificaciones de lyor comienzan a hacer sonar sus campanas. La ciudad entera enciende sus luces no escatimando en el aceite para las antorchas. La población despierta espantada, tal vez pensando que se trata del ataque de algunos bárbaros. Los emisarios corren por los pasadizos de la ciudad, se montan en los balcones y proclaman la llegada de las huestes de la gárgola negra. Hay alboroto en la ciudad, lejos de ser júbilo, sin embargo los preparativos para la recepción no se hacen esperar.

El bello y alto palacio de lyor prende también sus torres. Lyor es una ancha ciudad con casas de piedra juntas unas a otra y pasadizos delgados que comunican un distrito con otro. Las armerías y las herrerías humean su viento cobrizo, los pesebres sacuden la noche con el berrinche de los corceles y unos muros altos de piedra mantienen la fe intacta en los ciudadanos. Bajo Lyor sin embargo una cantidad de pasadizos subterraneos se construyeron hace tiempo y se han venido ampliando bajo el reinado de Flavia. En algunas zonas de esta ciudad subterranea están ubicadas las catacumbas con los restos de familias de linaje y, seguramente, los pedazos de cuerpos torturados de los antiguos gobernantes.

Es en una de esas catacumbas donde se prepara la recepción para el comandante de la gárgola, quien en este momento llega a las puertas de la ciudad, es detenido por un soldado y se le dice:
Bienvenidos sean desde la gárgola negra.
Las banderas negras con la cruz en blanco ondean fuera de las casas, sobre las murallas y en lo alto del palacio.
Un camino ancho de piedra se extiende desde la entrada a la ciudad hasta la cima de la colina donde está el palacio de Lyor.

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El comandante y su guardia son conducidos al interior del palacio, alcanzaron a ver la estatua de los leones aplastando las serpientes, pasaron los amplios porticos y descendieron por escalinatas hacia los pisos interiores. A medida que bajan los peldaños el aire se va haciendo más frío y la luz más escasa, el aire igual parece enrarecido con olor a hueso y moho. Finalmente tras caminar por otros cuantos pasadizos llegan frente a una puerta gorda de madera. El escolta abre la puerta y les hace seña de que pasen. El interior resulta mucho más frío que el lugar donde segundos antes se encontraban; unas velas y antorchas iluminan de forma reducida la habitación en cuyo centro está dispuesto sobre una larga mesa de tablas viejas otro bello banquete, y en otro mesa situada en la parte posterior se pueden ver ciertos pergaminos con mapas extendidos.

Muslos de pollo del tamaño de melones navegando en caldos espesos, filetes gruesos de carne roja todavía escurriendo en el plato, Licores servidos en cuernos y diversos recipientes, Quesos brillantes y sopas diversas humeando en los tazones. La habitación a la cual entraron es algo grande, las paredes las adornan inscripciones parecidas a epitafios, seccionados en rectangulos como espacios de entierro. Adan está de pie en el fondo de la habitación y cuando ve llegar al comandante y a su séquito dice:

-Bienvenidos sean, espero hayan tenido buen viaje y buena bruma por estas tierras. Tomen asiento, dispongan de estos alimentos como les plazca; espero comandante - dice adan diriigiéndose al hombre que por el aspecto de su armadura parece ser el de más rango- que deje a sus hombres alimentarse bien esta noche. Usted sin embargo creo que no lo hará, aunque puedo equivocarme. Sé que no ha venido acá por diversión, se que no se puede dar el lujo de perder el tiempo y sé aun más cuanto se ha resistido para no desenfundar su espada y romper los graneros casas e iglesias que adornan toda esta región. Le agradezco haber aceptado la condición de desarme que le impusimos en las fronteras, pero ahora vayamos directo al grano-

-Lo que quiero yo, Adan, y lo que quiere este joven reino, siendo yo el concejero real, es que exista un pacto de neutralidad entre los territorios que ahora pertenecen a la gárgola negra y los territorios de las villas. Se estará preguntando ¿Neutralidad para qué, qué gano yo? , ciertos exploradores avistando a la distancia han podido apreciar los trabajos de reconstrucción que se están implementando en todo aquel territorio arenoso, sabiendo también que la adquisición de los materiales de reconstrucción puede ser un problema y puede llegar a retrazar dichos proyectos , quiero también que, aparte de la neutralidad, se establezcan ciertas relaciones comerciales. Piedras explotadas de las canteras serán enviadas a sus fronteras, así como hierro y ciertos minerales, igualmente alimentos, incluyendo cereales longevos, así mismo equinos y animales de carga si así lo desean, que permitirán a los trabajadores acelerar visiblemente las obras; no sólo para el castillo de su regidor, sino para los fuertes fronterizos y demás fortalezas que necesiten construir.

Adan camina por la habitación, va hacia la mesa donde se encuentran los documentos y la rodea lentamente, diciendo:

En estos documentos están los mapas de las rutas de comercio, igualmente el certificado de neutralidad que deberá firmar usted, en caso de querer realizarlo, a nombre de su gobernante. Sé que la palabra escrita para ustedes no tiene mucho valor, que son solo símbolos sin sentido y que la palabra hablada es la que cierra el trato, pero las necesidades burocráticas de esta ciudad así lo exigen. Aparte de la neutralidad, si decide usted aceptar el trato, se pacta el intercambio de armas y armaduras pesadas desde la gárgola hasta estas tierras, así mismo se mandarán dos comandantes hacia los territorios de la gárgola que supervisen la entrega y que sean entrenados en el duro clima oriental.

Estimamos, con benevolencia que ustedes concideren este pacto que puede resultar bastante provechosos para ambas partes. Sé que deseará agregar algo, ya sea para cancelar nuestros deseos, o aceptarlos en otros términos.

Adán se sienta en la mesa de los documentos y agarra una copa.

Adan escucha atentamente, cuando el comandante Kerak termina de hablar este responde:

Veo que a pesar de su gusto por la sangre, el caos y la guerra demuestra usted, con sus argumentos, que también es un ser pensante. Todas las objeciones que ha planteado yo también igual las había pensado con anterioridad, y como le dije previamente, si este acuerdo no trajera un bienestar para ambos no se lo hubiese propuesto en lo absoluto. Usted lo debe haber notado en el recorrido que hizo desde las fronteras a la ciudad, hay personas temerosas es cierto, pero debió también notar el símbolo que recubre toda esta región, el de la religión. Por ahí dicen los antiguos sabios que un hombre con creencia tendrá la misma fortaleza que 100 sólo motivados por la inercia o por el placer. Puede intentar penetrar en esta región, puede intentar aplastar y esclavizar a todos los ciudadanos pero tenga en cuenta que ciertas palabras adecuadas son el detonante para el fanatismo, y una guerra de milicias puede llevar bastante tiempo y generarle a usted mayores pérdidas que ganancias; ¿Qué pasa si los que se intentan capturar deciden morir por mano propia antes de ser esclavizados, o qué pasa si los mismos dueños de la tierra deciden que es mejor azufrarla y salarla a que de nuevo extranjeros se aprovechen de su fertilidad?; bueno estas son variables negativas que usted puede estimar a la hora de iniciar una guerra.

Sé que las motivaciones de su ejército no son las mismas que el de esta tierra, Que la violencia y la sangre son caminos mucho más fáciles que la reconstrucción y la protección, sin embargo como se mencionó por ahí, aveces la necesidad defensiva de paz resulta más belicosa que la misma ofensiva. Lo que le ofrezco pues según lo que usted me dice, deberá cambiar; si mal no entendí usted no necesita ni la piedra de las canteras ni los animales de carga porque en su territorio tienen, y estoy seguro que es así, sin embargo la ventaja que yo proponía con esto no estaba precisamente en el material sino en el tiempo que se puede gastar para su explotación. ¿Cuanto gastan sus obreros o esclavos en sacar piedra fuerte y grande de las montañas y llevarla por las arenas con ese clima nocivo hasta los lugares en los cuales se emplearán? ¿No es mejor que otros lo hagan por usted, lo lleven a las fronteras y de allí se desplace rápidamente hacia los lugares en los que se necesiten, no cree que acortará considerablemente los tiempos de edificación?

Adan se detiene un poco, mira a los soldados sentados en la mesa, todos tan obedientes y entrenados en seguir las órdenes. Los platos se van enfriando con el viento suberraneo que reocrre la habitación, afuera de la puerta se siguen escuchando pasos y ajetreos. Adan mira al capitan con toda la seriedad posible, como si de lo que se hablara fuera de la vital importancia que aparenta.

Ahora los alimentos estarán bien dispuestos, y de firmarse el tratado estarían en camino a las fronteras inmediatamente, pues los establos, graneros y plantaciones estaban ya preparado para esto. Lo único que debe preparar es el envío del armamento pesado, que seguramente en su territorio tendrán de sobra.

Capitan, no me queda más que decir, ya discutimos las condiciones de ambas partes y le di mis razones. Si su respuesta es negativa debo pedirle que termine este banquete, pues es una ofensa desperdiciar la comida, y que se dirija inmediatamente a las fronteras donde será escoltado de la misma manera en la que llegó. Allí se les devolverán las armas a sus tropas y podrán retirarse al desierto. Si la respuesta es afirmativa, venga -dice Adan mostrándole la mesa de los papeles- Mire las rutas de comercio, estampe su firma y escribamos una nueva página para toda esta región.

Adan sentado en la mesa de los mapas ve como se acerca el comandante Kerak. Escucha con atención sus palabras, sin esbozar gesto alguno. Finalmente responde:

Mi intención estimado comandante no es entablar una discusión filosófica sobre el poder o la guerra, por esta razón no refutaré sus argumentos. Los mapas están aca - Adan muestra los documentos- las rutas comerciales ya están dispuestas; sin embargo no me respondió comandante en qué quedaban los términos de la negociación. ¿Se dispondrán de los alimentos y los materiales de construcción? de ser así cerremos este trato así ambos procederemos a movilizar los recursos para hacer el trueque en las fronteras. Usted moverá el armamento nosotros los objetos ya mencionados.

En cuanto al conducto para que su ejército pase por estas tierras; esto daría la impresión en los habitantes que sus pueblos y ciudades estarían de nuevo ocupados por barbaros,y situación así no es admisible. El paso, sin embargo, se puede hacer pero siempre regulado en la frontera, indicando el motivo y la dirección hacia donde se dirigan sus tropas y serán, también, limitadas igualmente en número. Esto simplemente por precaución, para evitar desórdenes sociales.

Adan se pone de pie, mira al comandante le extiende la mano y dice- ¿Hay trato? ; con la mano extendida continúa, deberá firmar ,como le comenté, unos cuantos documentos y llevarlos donde su gobernante.

Este mapa interesante de hace tiempo, para ambientar

Bien capitan entonces hay trato, lo que me acaba de decir quedará reescriturado en el contrato escrito. Pero según lo que tengo entendido y lo que se dicen en rumores por los caminos la gárgola no tiene, en este momento, relaciones belicosas con nadie. Así que eventualmente, cuando esto ocurra procederá usted a movilizar sus ejercitos. Por ahora ponga a disposición de nosotros en la frontera los recursos que se le habían solicitado.

Ah y necesito que firme por acá - Adan le señala un documento-, es fácil, un huella de sangre en un costado y un garabato debajo de la huella. Fue bueno hacer tratos con usted comandante. Ahora coman, devoren, traguen, que el banquete se enfría y el camino de vuelta hacia sus tierras es largo. Buen estómago y buenas muelas para sus soladados; si desean adición de licores nada más pida y los sirvientes de palacio se lo traerán.

Adan da la mano al capitán kerak, le entrega los documentos con los mapas de las rutas comerciales y con la ruta trazada por la cual ingresará su ejército en un futuro eventual.

-Si me disculpa capitan debo mandar a los emisarios para que movilicen el alimento; deberá usted hacer lo mismo con el armamento. Nos veremos en la frontera, ah y tengo su palabra en este tratado -dice adan sonriendo levemente- nos veremos pronto, podrá marcharse cuando lo desee después del banquete o ya mismo, sólo que cabalgará a la frontera con una escolta de las villas.

Adan sale por la puerta de las catacumbas llevandose consigo unos cuantos documentos. Adentro de la habitación quedan unos cuantos sirvientes y algunos soldados de la guardia real.